Como nosotros, los animales pueden sufrir o sentir placer, y deberían poder vivir su vida de la manera que deseen. Los animales son sensibles, es decir, son conscientes, están dotados de emociones y pueden experimentar un gran abanico de sensaciones. Al consumir animales, los condenamos a una vida de miseria y a una muerte terrible.
La ganadería, incluyendo las granjas y las plantaciones destinadas a alimentar animales de granja, acapara un 77% de la superficie terrestre destinada a la producción de alimentos a nivel mundial. Sin embargo, sólo aporta un 18% de las calorías y un 37% de las proteínas que sostienen la población mundial.
Según un estudio llevado a cabo con 6381 personas, la prevalencia de cáncer es hasta cuatro veces superior en personas con dietas altas en proteína animal (más del 20% de las calorías diarias) con respecto a personas con dietas bajas en proteína animal (menos del 10% de las calorías diarias).